Barbarismos y barbaridades

¿Vienen a civilizarnos?
Inmersos como estamos en una época en la que impera la barbarie social y nuestra realidad está adquiriendo tintes dramáticos, creo oportuno hacer un breve análisis a un nuevo léxico que ayer, o no existía o estaba en desuso y hoy imbuye nuestras vidas.

Cuando estalló la primera gran depresión del Siglo XXI, asumimos, por ejemplo, que el epíteto tóxico se identificase antes como un elemento descriptivo de ciertos activos financieros que como substancia nociva para la salud en caso de ingestión o contacto. Esto, sin duda, es un barbarismo ya que no se contempla acepción alguna que permita usar este término en este contexto pero lo grave no es la retórica, lo espinoso, lo que es una barbaridad, es utitilizar nuestro dinero y descapitalizar nuestro estado para salvar a todos aquellos bancos que tomaron decisiones incorrectas, a sabiendas de que lo eran, con el único objeto de lucrarse y estamos en camino de cometer el mismo error por segunda vez.

Hemos adoptado la palabra "copago" para definir algunas políticas de gestión del sistema sanitario público, nos encontramos de nuevo ante un barbarismo ya que que dicha palabra, sin la correspondiente separación por un guión, ni siquiera existe. Sin embargo la lengua es un elemento vivo y por lo tanto podemos perdonar la incorrección, lo imperdonable es que alguien pretenda hacernos abonar de nuevo un servicio que ya hemos pagado, eso es una auténtica barbaridad. Cierto es que ya nos habían acostumbrado a pagar doble ciertos servicios, hace años nos impusieron una tasa de basuras, nuestros mayores recuerdan aún cuando se impuso un IBI en el que venía desglosada la recogida de desechos, como aceptamos resignados ahora prueban nuevas formulas de saqueo. Esto me lleva a sugerir que puestos a incorporar nuevos "palabros" sería mucho más pertinente hablar a partir de hoy de "repago", define mucho mejor la situación.

Otras palabras conviven con nosotros desde hace tantas décadas que ya ni percibimos su maledicencia, es el caso del verbo "concertar" inexorablemente unido a nuestro sistema de educación pública, no sería un barbarismo si definiese la homogeneidad curricular de las escuelas públicas con las privadas pero, al no ser así, es simple y llanamente una barbaridad. Observo a dos niños de 4 años del mismo barrio y veo como uno, el que acude a un centro a cien metros de su casa, conoce al dedillo la obra y milagros del santón de turno, fundador de su cole, a quien agasaja con odas y cánticos mientras otro niño recorre cada mañana manzanas y manzanas para llegar a un colegio sin calefacción en el cual, por lo menos, tampoco le calentarán las meninges con una religión que no tiene por qué ser la suya. A mí, esto sólo me produce desconcierto, ambos centros sobreviven gracias a la contribución de nuestros ingresos, estudien nuestros hijos en ellos o no, otro ámbito por tanto en el que hablar de "repago" cobra sentido.

En los últimos tiempos nos incitan a contratar "seguros" médicos, curioso barbarismo ya aceptado como sinónimo de sociedad médica por nuestro diccionario. Recuerdo perfectamente cuando nuestros padres "se hicieron" de una sociedad médica y hablaban entre ellos con propiedad: "Me he hecho de X ¿tú de qué sociedad eres?". Por supuesto pertenecer a una sociedad privada sectorial de lo que se quiera forma parte de la libertad de cada cual. La barabaridad reside en que en nuestros días ya estamos convencidos de la inseguridad de la Seguridad Social y estamos en camino de sólo poder asegurar nuestra salud pagando triplemente: lo que pagamos porque sí, lo que nos van a cobrar de más y lo que invertimos en un sistema paralelo. Se presenta un saludable panorama idóneo para el brote de nuevas infecciones entre quienes no dispongan de recursos económicos, ya veremos quién se hace responsable cuando suceda, a ver quién es el primero en apresurarse a declarar que los inmigrantes traen enfermedades.

Obviaré otros barbarismos bárbaros más hilarantes y contradictorios pero una breve mención merecen algún oxímoron crediticio como conceder hipotecas a bienes inmuebles que no nos pertenecen para luego negar la dación en pago por no saldar el importe que nos entregaron u otros eufemismos laborales como los contratos fijos discontinuos, sólo falta que se imponga el salario parcial a tiempo completo, aquí ya todo es posible.

En definitiva, en muchas ocasiones los usos lingüísticos sirven de termómetro para medir la enfermedad que padecemos y la medicina aplicada pero en otras hemos visto que no significa nada, basta con observar la doctrina económica aplicada por las políticas socialistas de los últimos años. El socialismo, por cierto, recuperó ayer en Francia las riendas de la República, arrancó hablando de igualdad, justicia social, juventud, ecología y servicios públicos, bonita música para un nuevo tiempo. Sin embargo, como decía aquél, no son buenos tiempos para la lírica y el lirismo del socialismo ya no es suficiente, lo importante es regenerar su praxis y comenzar a marcar distancias claras con el liberalismo salvaje que nos trajo donde estamos, en caso contrario el sueño se convertirá en pesadilla, no olvidemos que el radicalismo aguarda agazapado nuestro fracaso.

 

PD: Tras publicar esto apareció nuestro presidente hablando de una inyección de dinero público a una entidad financiera. Otro barbarismo no contemplado por el DRAE, otra barbaridad no contemplada por el sentido común.

Comentarios

  1. Magnífico artículo como siempre.

    Respecto a la PD, recomiendo este artículo de advertencia publicado hace más de 10 días...
    "Si le damos más dinero a los bancos España quebrará"
    http://jumanjisolar.com/2012/04/si-damos-mas-dinero-bancos-espana-quebrara.html

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