Un año después...

Por aquel entonces yo aprendía a caminar...
Un año después regreso con la intención de escribir menos pero mostrar más, estos meses me he percatado de que el mundo utópico que tanto anhelaba, existe, está ahí afuera, basta con buscarlo para encontrarlo.

Y durante este año transcurrido ¿qué? Pues sencillamente correr y más correr, sin llegar a ningún lugar más allá de haberme convertido en una persona un poco más pausada, algo más paciente y quizá, incluso, más optimista. Diez mil a diez mil, medio maratón a medio maratón, entrenamiento a entrenamiento, hasta culminar ayer mi primer Maratón, el de mi adorada y odiada ciudad, zancada a zancada, me fui dejando los imposibles y las urgencias por el camino. Poco importan los tiempos ni los récords conseguidos, sólo importan los instantes compartidos, las charlas incesantes, los nervios previos esparcidos, la dicha convivida y la vida vivida.

Y durante este año transcurrido ¿qué más? Pues sencillamente más solidaridad y menos política, más escuchar y menos hablar, más reflexión y menos falsa acción, más acción y menos reacción, más realidad y menos ficción. Y poco más. Ningún cambio significativo en nuestras vidas más allá de los lógicos de un devenir rutinario, los niños creciendo y nosotros también. Recuerdo hoy, sin añoranza alguna, aquel tiempo de necesidad de cambio constante en que inmerso en la ansiedad del anhelo de un futurible soñado olvidaba soñar un presente certero.

Y, sin embargo, durante este año pasado, nada francamente cambió. Sigo pensado que la rutina es el preámbulo del fin y por lo tanto me desdigo de inmediato porque la verdad es que sigo creyendo en la mudanza constante de sueños, de creencias, de certezas, de dudas y de proyectos. Pero lo hago de otra manera, no me interesa la meta, más allá de ser una realidad a la que pienso llegar, sólo me interesan los próximos metros a recorrer, y después los siguientes y luego los que habrán de venir, en esos debo prestar mi atención e intentaré convencer a quien me quiera escuchar de que esto es lo que debemos hacer.

Sigo convencido de que la sociedad que hemos contribuido a crear nos dirige a muchos lugares y ninguno bueno, pero no se cambia a gritos de un día para otro, se hace modificando individuo a individuo nuestra propia actitud, cada uno a su ritmo, en su parcela pero teniendo la seguridad de que salimos todos del mismo lugar y tenemos una meta común. En el camino se sucederán vicisitudes, encontraremos aliados, obstáculos e imprevistos, puede que incluso se produzcan bajas, pero llegaremos. Y durante el trayecto, actuando solícitos en consonancia a lo que demandamos, estaremos construyendo los cimientos de lo que hoy con impaciencia exigimos. Lo conseguiremos porque la carrera es dura y su dureza modificará nuestro espíritu pero una vez que éste haya mutado nada será como era porque quienes nos representan hoy ya no podrán hacerlo porque ya no serán fiel reflejo de lo que somos sino sombra de lo que fuimos. Nadie querrá entonces que los de siempre sigan donde siempre haciendo o deshaciendo lo de siempre, todos querremos que los primeros que lleguen a meta, aquellos que partieron con nosotros, nos ayuden y sirvan de ejemplo para preparar y ordenar el nuevo reto que deberemos, juntos, afrontar.

Yo por mi parte, hoy, vuelvo a escribir porque me apetece, aunque intentaré hacerlo de otra manera. Se acabaron los reproches, los análisis políticos y el esparcimiento de rencores retenidos y frustraciones compartidas. Bien es cierto que debemos excavar mucho para encontrar esos diamantes tan escasos que conforman la solidaridad, la cooperación, el optimismo, la vitalidad, la lucha y el altruismo pero si lo hacemos, bajo las extensas capas de podredumbre económica, política y religiosa, bajo el magma de una sociedad neopostmoderna que parece haber perdido sus valores cívicos y humanos, encontraremos una veta de esperanza alimentada a diario desde el anonimato.

Sigo siendo consciente de que todos vivimos una realidad mediatizada y sobrealimentada. Recibimos los mismos chistes el mismo día a través de WhatsApp, nos indignamos en el mismo instante con el tema de moda en Twitter, firmamos todos a un tiempo decenas de peticiones a través de Change, Amnistía o Avaaz y reímos, lloramos o nos cabreamos juntos con los mismos vídeos de Youtube. En definitiva, vivimos todos bajo la influencia de un aspersor gigante al que permitimos calarnos sin descanso a través de las múltiples pantallas que dominan nuestra existencia con afán de informar y desinformar a partes iguales, o no tan iguales.

Entonces, ¿qué sentido tiene volver a difundir mediante otro foro lo que ya muchos habrán deglutido previamente? Probablemente ninguno pero yo vuelvo a sentir la necesidad de compartir lo que me emociona y pensar que otro mundo es posible porque ya lo es. A veces escribiré y otras me limitaré a divulgar lo que seguro ya habéis visto u oído pero con la certeza de que la carrera no acaba en la meta sino que en ella comienza. Lo haré, por tanto, con la firme intención de procurar demostrar que otras metas son posibles y para abrir boca, una dosis de épica que también emociona por la belleza de sus imágenes.



Continuará...

PD: Tras este año de silencio muchos agradecimientos se hacen necesarios. Primero como siempre a Belén, Mauro y Claudio por apoyarme y permitirme robarles parte de su tiempo. A Pablo, Jesús y Óscar por estar siempre al pie del cañón y solucionar mis neuras atléticas mientras me arrancan risas y sonrisas. A Víctor y Nacho por apoyarme, animarme y ayudarme a alimentar mi ego como nadie lo ha hecho. A Fundación Cadete por permitirme sentirme útil y lucir su nombre durante 42 kilómetros y 195 metros, pero sobre todo por hacer que la vida de tantos sea un poco mejor y demostrar que no solo se puede sino que se debe. Y por último, a todos los que estuvisteis ayer a mediodía en el Parque del Retiro por acompañarme siempre.

Comentarios

  1. Álvaro, gracias por este precioso texto y video, confieso que había oído hablar mucho de Bikila pero es la primera vez que le he visto en acción. Pues eso, a seguir escribiendo! Besos

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  2. Este vídeo me lo descubrió un conocido común, se llama Pablo ¿Te suena?

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