Placebo

Foto del diario El País
Intentemos no llevarnos peor que ellos, sería un principio...
Ya estamos oficialmente en navidades y su efecto placebo inunda cada poza de nuestra sociedad, embriagados y sobre-alimentados la amabilidad cobra protagonismo repentino. Las divergencias laborales de las pasadas semanas dan paso al compañerismo sobre-actuado, las rencillas familiares se tornan en amor fraternal sobrellevado, los resquemores de viejos amigos se convierten en bacanales etílicas sobre-excitadas y el buen humor sobrepasa a la bronca en los encuentros políticos.

Hoy, con un emotivo estrechamiento de manos, ha concluido la novena legislatura, ver como un presidente de gobierno deja sitio a otro es algo que independientemente del color político de sus protagonistas me produce regocijo y confianza, no sólo en el futuro sino en el propio ser humano. No me cansaré de repetir que la democracia es sin duda imperfecta pero es democracia. Me pregunto si el anterior jefe del ejecutivo, al plantear la fecha de las elecciones no estaría ya pensando en lo óptimo de realizar un traspaso de poderes en puertas del "parón" navideño.

Algunos, vieron un subterfugio maquiavélico en la elección del 20 de noviembre como fecha para la cita electoral, efeméride que por cierto debiéramos celebrar los demócratas, si no lo hacemos es porque siempre preferimos el juicio a un dictador a su fallecimiento aunque también sea buena noticia, aquí, en Corea y en Sebastopol. En efecto sospecho que el apunte en el calendario fue premeditado, no hay nada mejor para curar las heridas de una larga contienda electoral y un mandato convulso que aplicar al final un poco de bálsamo reparador, el consabido espíritu de la navidad. Conociendo el pragmatismo democrático de los estadounidenses no me extrañaría que el mantenimiento de un calendario electoral fijo desde hace más de dos siglos se debiese a la proximidad del Thanksgiving Day y posterior Navidad. Sus campañas son batallas campales que duran meses y los contendientes necesitan someter a la ciudadanía  a un proceso de rehabilitación psicológica posterior para lograr que el nuevo presidente lo sea de todos. Nada mejor que el placebo navideño para olvidar y seguir.

Por supuesto, nosotros somos muy distintos al pueblo norteamericano y nos cuesta olvidar pero no nos lo creamos tanto, al fin y al cabo somos personas con idénticas necesidades básicas. Hoy no queda rastro de la mal llamada crispación, es verdad que quien la provocaba ya carece de motivos para ello puesto que gobierna pero no es menos cierto que crispar sabemos todos y que mantener un clima de cizaña requiere de varias partes. No conviene olvidar por lo tanto que pronto pasará este paréntesis y que la realidad volverá a hacernos llagas al tiempo que la cuesta de enero desgarra nuestro ímpetu consumista. Cuando llegue ese momento será la hora de aplicar medicina real, el placebo pierde su efecto cuando se conoce la realidad de su composición inane y los que mejor podemos aplicar el medicamento de la coherencia somos los que hemos sufrido la peste de la furia incontenida.

Hoy no hablo de la actitud que han de mantener los dirigentes de la oposición de izquierdas en Las Cortes - que sí, que el PSOE es de izquierdas, no seáis cansinos - cuyo compromiso institucional está garantizado, sobre todo hablo de nosotros los progresistas, hablo de nuestro entorno cercano, de nuestra forma particular de entender y hacernos comprender. No tratemos de sanar a quien no tiene cura, no intentemos persuadir a quien no escucha y no ataquemos si no es con propuestas, de lo contrario, podríamos olvidar, como lo hicieron con nosotros, que la mayoría de ellos sólo desea que las cosas vayan bien, en eso somos iguales, lo que nos diferencia son las recetas. Unos siempre pensarán que son los intereses individuales los que deben tirar de la sociedad y otros siempre pensaremos que es la fuerza de la sociedad en su conjunto la que nos hace avanzar en igualdad de condiciones.

Aunque las autoridades sanitarias no lo recomiendan, el socialismo debe auto-medicarse, tenemos que testar nuestros futuros fármacos con nosotros mismos o nadie se fiará de su utilidad. La igualdad, la libertad, la democracia y la solidaridad son principios activos que un partido socialista debería ofrecer a su militancia antes de universalizarlos y aunque con matices, aún hay terreno por conquistar.
La próxima vez que adelantemos, conviene hacerlo por la izquierda, adelantar por la derecha, además de ilegítimo puede ser peligroso.

Solo queda esperar que ese Grinch también conocido como Moody's o Standard&Poors no nos robe la navidad y desear que Rajoy sea algo más que un placebo pasajero, dejémosle cien días para conocer su baile pero, por si acaso, empecemos a construir la alternativa.
Mientras tanto: Salud, Paz, Amor y Humor (va a hacer falta)




PD: Por cierto, muy tranquilos están ya los megalómanos guruses encorbatados sin corbata que tan hiperactivos digitales fueron en primavera y otoño defendiendo el #nolesvotes y revoluciones de personas con las que no se mezclarían jamás. No sé si se han curado, les han dado cloroformo, un placebo o es que sencillamente siempre fueron unos caraduras redomados que reían de las acampadas y sus seguidores mientras compartían una caña tras depositar su voto.

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